Dada la recencia de este campo, los conceptos están en
proceso de definición. La terminología que proponemos en este trabajo se basa
en la propuesta de Barak, Klein y Proudfoot (2009) para las intervenciones
psicológicas realizadas a través de Internet, aunque nosotros nos centramos en
las intervenciones con psicoterapia a distancia. Empezaremos por
telepsicología, por ser el término que engloba toda actividad en el ámbito de
la psicología a distancia, apoyándose en la tecnología (teléfono, e-mail,
Internet, redes sociales, etc.) desde las distintas vertientes de prevención,
promoción y educación. La teleterapia es una parte de la telepsicología
utilizada por los psicólogos sanitarios y clínicos, que consiste en llevar
acabo un tratamiento a distancia con un contacto virtual que sustituye al
contacto físico. Dentro de ella distinguimos la terapia a distancia (con
videoconferencia o teléfono) de la terapia en web con programas automatizados o
asistida por un psicólogo encaminado a la estimulación y de la terapia virtual
con simulación de ambientes con o sin terapeuta virtual que guía el proceso
terapéutico del paciente. Las denominaciones e-salud y m-salud son términos que
en muchos casos se utilizan como sinónimos, refiriéndose ambos a la promoción,
prevención, tratamiento y mantenimiento de la salud: e-salud se refiere al uso
de la tecnología de la información (Internet, juegos digitales, realidad
virtual y robótica) y m-salud al uso de las aplicaciones móviles e
inalámbricas, como mensajes de texto, aplicaciones, dispositivos portátiles,
sensores remotos y redes sociales como Facebook y Twitter (Borrelli y
Ritterband, 2015) (figura 1).La telepsicología tiene sus raíces en los cambios
tecnológicos que permiten el acceso a poblaciones plurales. Sin embargo, no
todos los países han llegado a alcanzar esta modalidad asistencial, ya que es
necesario que al mismo tiempo se produzca un grado de desarrollo tecnológico
suficiente.
La psicología ya había usado la tecnología virtual, tanto
para terapias como para evaluación (Botella et al., 2009, Pitti et al., 2015),
como instrumento complementario de la terapia presencial o para obtener
muestras más amplias. Sin embargo, este uso inicial parcial ha posibilitado
convertir la acción terapéutica en sólo virtual. La utilidad de la
telepsicología se ha convertido hoy en algo incuestionable en todo el mundo
desarrollado. Todas las corrientes la usan exitosamente en todo tipo de
poblaciones y también en todo tipo de problemas (Nelson y Duncan, 2015). Casi todos
los estudios controlados se han llevado a cabo sobre depresión y ansiedad, que
son también los trastornos más prevalentes. Los resultados obtenidos muestran
resultados esperanzadores (Eells et al., 2014, Fann et al., 2015, Olthuis et
al., 2014).
En suicidio también se han encontrado datos positivos
comparados con el grupo de control. Se ha llevado a cabo el tratamiento
mediante el Electronic Bridge to Mental Health Services. Se pretendía
proporcionar motivación o disponibilidad para la búsqueda de ayuda familiar,
amistosa y profesional; los datos mostraron un significativo incremento de la
búsqueda de ayuda (King et al., 2015).
Es posible utilizar la telepsicología en población infantil
con el mismo éxito que las terapias cara a cara (Kendall et al., 2015, Storch
et al., 2015). La conducta y participación de los niños es la misma que en la
presencial, pero los terapeutas online rebajan o controlan menos su propia
tensión que los presenciales. (Yuet, McCarty, Stoep y Myers, 2015).
La psicología ya había usado la tecnología virtual, tanto
para terapias como para evaluación (Botella et al., 2009, Pitti et al., 2015),
como instrumento complementario de la terapia presencial o para obtener
muestras más amplias. Sin embargo, este uso inicial parcial ha posibilitado
convertir la acción terapéutica en sólo virtual. La utilidad de la
telepsicología se ha convertido hoy en algo incuestionable en todo el mundo
desarrollado. Todas las corrientes la usan exitosamente en todo tipo de
poblaciones y también en todo tipo de problemas (Nelson y Duncan, 2015).
Como ha ocurrido en otros muchos campos, la psicología
norteamericana ha sido pionera en este caso, tanto en EE.UU. (Ritterband,
Andersson, Christensen, Carlbring y Cuijpers, 2006) como en Canadá, pero
también otros países como Australia y Nueva Zelanda.
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